Querido Neymar Jr.,
Como amante del fútbol y culé de vocación, permíteme responderte a tan agradables escenas y emotivas palabras de despedida con las que nos has deleitado recientemente.
Ante todo, quiero darte las gracias por vestir nuestra camiseta en 186 ocasiones, por los 105 goles firmados y por ayudarnos a conquistar 10 títulos grupales. Pero, sobretodo, gracias por recordarnos que la magia todavía existe en el terreno de juego, que nuestra butaca vibra en cada electrizante jugada y que ciertos destellos de calidad traspasan nuestra imaginación. Gracias, de corazón, por compartir con nosotros cuatro de los mejores años de tu vida profesional.
Pero, con ello, quisiera hacerte una reflexión. Desde bien pequeño, he tenido la oportunidad de disfrutar de talentosos como Romario, Rivaldo o Ronaldinho, los cuales marcaron una época y fueron líderes tanto dentro como fuera del campo. Todos ellos consiguieron su más preciado tesoro, ser “o rei do futebol”. Y, sinceramente, deseaba que fueras el próximo astro brasileño en brillar con luz propia. Pero, a diferencia de ellos, tu te has cegado de tanto mirar al Sol. La ambición es importante para crecer profesionalmente, pero más importante es saber esperar a que llegue el momento de enfundarte la corona real. El dinero puede bañar en oro tu nuevo imperio pero el trono, amigo mío, no se obtiene con cheques millonarios ni cediéndote el número diez en tu camiseta. Sino que, entre otras cosas, se alcanza aprendiendo del que hoy debe tu mentor (D10s), respetando a quien derramó sudor y lágrimas por tu fichaje y adaptación (directiva y compañeros) y adorando a quien se llenó de barro para que jamás ensuciaras tus botas nuevas (la afición blaugrana), y no al revés.
En definitiva, apreciado Da Silva Santos, quisiera pedirte que, en algún momento, cuando estés alejado de los deslumbrantes flashes, los emoticonos sociales y de toiss tus amigos, reflexiones y pienses si realmente la decisión de alejarte de Can Barça ha sido la adecuada. Sin duda, puedo asegurarte que, respetando los tempos, nosotros te hubiéramos encumbrado para lograr tu meta profesional.
Au revoir, mon ami!